miércoles, 13 de mayo de 2009

LA FERIA - PARA MI NIETA ALBA



LA FERIA

Era agosto, calor, ruido, embotellamientos y un sueño que poco a poco se iba haciendo realidad.
Todo estaba dispuesto, ropa, habitación y toda clase de utensilios que se necesitan en estos alegres acontecimientos.

Aquel día el sol brillaba como nunca y en las calles un rumor de vida iba creciendo más y más, las muchachas vestidas de faralaes y los muchachos de corto y ese alegre d tintineo de las palmas, pues en todas las esquinas los corrillos eran patentes, se bailaban sevillanas, y el vino fresquito bajaba por las gargantas aliviando un poco la sed que dejaban el calor y el cante.

Eran las cuatro de la tarde de un día de feria, ruidoso y alegre, lleno de farolillos y guirnaldas, caballistas con elegante atuendo y esas mariposas que golosas se acercan al algodón de azúcar.

Perfume de viznagas y el consabido vendedor de chumbos gritando, ‘’gordos y reondos’’ los traigo fresquitos y dulces, por tan sólo unos céntimos prueben este manjar.

Allí estaba el lugar del acontecimiento en cuya fachada las golondrinas habían anidado: mantones de Manila, pinchos de jamón
y alguna que otra delicia que llevarse a los dientes.

Ya casi era la hora, la música seguía sonando con gran estridencia por los altavoces, el carrito del helado ofrecía a los transeúntes el consabido polo de hielo.

El tiempo corría inexorablemente y ella empezaba a llamar a la puerta, que quiero salir, ver la feria y sentir el calor del atardecer.
¿Es qué nadie me oye? Ya entonces apuntaba maneras, genio y figura, volvía a preguntar, esta vez un poco más fuerte,
¿pero bueno, me boy a quedar ronca y nadie me echa cuentas, claro con tantos sonidos diferentes que llegan de la calle, nadie me oye, verán que listos están todos para pincharme, eso si saben hacerlo, pero abrirme esta condenada puerta, cuanto les cuesta jolin.

Al fin alguien se brinda a abrir pues veo unas luces muy brillantes, botellas colgantes, ufff, que miedo agujas grandes, mejor lloro, tal vez
así me ahorre los azotes que estos brutos dan en el trasero.

¿Cómo será mi mamá?, aún no la veo, pues lo único que veo son fantasmas con batas de color verde, jo, mira que si son extraterrestres, pos vaya, con razón no entiendo nada de lo que dicen, jolin, que bobos son mis papas, mira que irse a Marte a buscarme, si yo estaba en el vientre de mamá, seguro que papá se ha despistado de carretera y se ha ido a otro hospital, que harta estoy de no entender nada.

Papaaaá ven ya a buscarme que estas brujas me quieren pinchar,
que suerte al fin viene papá y esta señora que llora quien es?
Esta es la yaya hija mía, que bien tengo además de papá y mamá una yaya, pero que es esto, cuanta gente hay, seguro que no me dejan, todos querrán tocarme, cuchi cuchi, bonita, tan empalagosos como pensaba, menos mal mi papá esta conmigo, que bien se esta en sus brazos.

Ahora alguien me da de comer, es mamá, al fin la veo, que guapa es y que sonrisa más bonita…Tengo curiosidad, ¿cómo me llamaran? No he tenido que esperar mucho, mi yaya se acerca y me dice:
eres preciosa, el primer rayito de la de la mañana, Alba, el nombre te sienta bien, muy pero que muy bien, pues tus ojos son el amanecer de mis días.

Luego supongo que me dormí, otro día os cuento más, ahora sólo tengo un hora de vida,

Creceré os lo aviso.

Alba nació el 9 – 8 – 2002 a la 16, 30 de una tarde calurosa en plena feria de Agosto.

CARMEN

1 comentario:

Beatriz Ojeda dijo...

Muy tierno tu relato.
Allí estaba el lugar del acontecimiento en cuya fachada las golondrinas habían anidado: mantones de Manila, pinchos de jamón
y alguna que otra delicia que llevarse a los dientes.

Bellísima descripción
Un placer pasar por tu blog
Cariños
Beatriz